Wednesday, January 05, 2011

Productos que duran sólo como la garantía

Las empresas programan la vida útil de bienes de consumo para asegurar su final en un tiempo determinado.

“Calculan la duración de estos chismes, sí, la calculan para que, en cuanto termines de pagarlos, dejen de funcionar”. Esta frase, pronunciada por el sufrido protagonista del clásico teatral de Arthur Miller, Muerte de un viajante, harto de los problemas que le daba su nevera, es más que ficción, más que una sospecha. La obsolescencia programada, o la limitación de los ciclos de vida útil de los productos de consumo por parte de los fabricantes, es una realidad que, desde los años veinte, ha marcado la economía de mercado en el mundo occidental.

Un documental producido por Mediapro, en colaboración con el canal Arte, TVE y TV3, muestra cómo, desde los fabricantes de bombillas en los años veinte, a Apple y su iPod, pasando por la química Dupont y sus medias de nylon o los fabricantes de impresoras, como Epson, las grandes empresas de bienes de consumo fabrican productos con una supuesta fecha de caducidad programada, de modo que aseguran el crecimiento de las ventas a través de su renovación obligada.

Tras dos años de investigaciones, con múltiples testimonios, el reportaje muestra documentos que evidencian la estrategia calculada de las grandes corporaciones industriales, desde la textil a la electrónica, pasando por la automoción y la iluminación, para acortar la vida de los productos que fabrican.

Principio económico Bajo el pretexto de “si el consumidor no compra, la economía no crece”, convertido ya en principio inexcusable del sistema capitalista, apoyado en el creciente poder del márketing, los fabricantes exigen a los ingenieros que ajusten los ciclos de vida de los productos, una técnica que se ha multiplicado con el boom de productos tecnológicos, desde baterías para móviles y portátiles, hasta sintonizadores de televisión, pasando por electrodomésticos y casi cualquier producto electrónico.

En el documental que emitirá TVE, se evidencia cómo los fabricantes de impresoras incluyen un chip, que funciona como un contador de impresiones y que bloquea el aparato cuando alcanza cierto número de servicios. En el pasado, según el documental, ocurrió algo similar cuando Dupont redujo la calidad del nylon para medias, en los años cincuenta, al comprobar su excesiva durabilidad para el negocio. Y, también, cuando Philips, Osram y la española Z, entre otros fabricantes de bombillas, acordaron formar un cártel para reducir de 2.500 a 1.000 las horas de vida del producto, aunque existían patentes de más de 100.000 horas, que ningún fabricante comercializó.

Con la popularización de Internet y las redes sociales, en un contexto de crisis y recesión del consumo, los usuarios pueden tener algo más fácil intentar rebelarse frente a estas prácticas.

Como precedente, en 2003, Apple se vio obligado a poner en marcha un servicio de recambio de baterías para su iPod, que no existía, ante la amenaza de una demanda colectiva en EEUU, por un grupo de consumidores que no aceptaron tener que comprar un nuevo dispositivo por el mero desgaste de la batería.

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