Que frágil es la poesía: Hace falta una llama para consumirla; un mero calefactor. Ironías del destino -diría castañetti-, la vida es más endeble que la muerte. Mi vida y mi poesía se-encuentran-se endebles. Faltan-les-las rocas en que resonar. No soy, ni me hallo; apenas respiro. Ni muevo, una pierna. Mi destino es el destrozo:
Vagar en penumbra,
jalonad@ de arapos,
como un fantasma,
en vida
-de algas-.
Fruta madura que pasó a pocha.
Semilla imberbe que no llegó a viejo.
Paria sin patria.
Vino, de añejo picado...
Sin llegar a haber probado
los labios,
de su destino.
Labels: Poesía
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